Bienaventurados los hijos e hijas de la Luz que conocen su Madre Tierra.
Ella es la Dadora de Vida.
Reconoce que eres parte de tu madre y ella es parte de ti
Ella te generó y te dio la vida,
Ella te dio el cuerpo que tienes, el mismo que un día volverá a ella.
Saber que la sangre de tus venas fue sacada de la sangre de tu Madre Tierra.
Su sangre cae de las nubes del cielo y corre por su vientre burbujeando a través de los arroyos de montaña; y en flujos de abundancia a través de los ríos en las sierras.
Reconoce que el aire que entra en tu cuerpo, es la respiración de la Madre Tierra.
Su aliento es el cielo azul celeste,
Sus susurros, las hojas del bosque.
Reconocer que la firmeza de tus huesos se creó a partir de la solidez de los huesos de tu madre.
La suavidad de tu cutis ha nacido de la carne de tu Madre Tierra.
La luz de tus ojos, el alcance de tu audición, floreció a partir de los colores y sonidos de tu Madre, que te rodea.
Como las olas del mar acaricia a los peces,
Como el aire que vive y abarca las aves.
En verdad te digo que tú eres uno con tu Madre.
Ella es una contigo
Como tú eres uno con ella.
De ella has nacido, en ella vives y volverás
a sus leyes y respeto,
Su aliento es el aliento;
Su sangre es la sangre,
Sus huesos son los huesos,
Su carne es la carne;
Tu eres los ojos y los oídos.
Bendito es el Hijo o Hija de la Luz que encuentra la paz con la Madre Tierra,
Debido a que no gustará de la muerte.
Reconocerá la Paz en su mente,
Anhelamos para ella la paz en su corazón;
Date cuenta de la Paz en tu cuerpo.
Esfuérzate por ser feliz;
Ámate a ti mismo y evoluciona.
Evangelio Esenio
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