La incapacidad de enfrentarse con la Mujer Esqueleto y de desenredarla es el origen del fracaso de muchas relaciones amorosas. Para amar, hay que ser no sólo fuerte sino también sabio. La fuerza procede del espíritu. La sabiduría procede de la experiencia con la Mujer Esqueleto.
Si uno desea ser alimentado de por vida, tiene que enfrentarse con la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida y entablar una relación con ella. En cuanto conseguimos este propósito ya no andamos por ahí en un intento de pescar fantasías, pues comprendemos que la verdadera relación la crean las muertes necesarias y los sorprendentes nacimientos. Cuando nos enfrentamos con la Mujer Esqueleto, comprendemos que la pasión no es algo que se "va a buscar" sino algo que se genera a través de unos ciclos y se distribuye por este medio. La Mujer Esqueleto es la que nos muestra que una vida compartida en todos los incrementos y todas las disminuciones, en todos los finales y los principios crea un fiel amor sin parangón.
Los arquetipos de la Muerte y la Vida tienen que ser vistos como un conjunto, como la izquierda y la derecha de una sola idea. Es cierto que dentro de una sola relación amorosa hay muchos finales. Pero, en algún lugar de los delicados estratos del ser que se crea cuando dos personas se aman, hay un corazón y un aliento. Cuando se vacía un lado del corazón, se llena el otro. Cuando se agota un aliento, empieza el otro.
Si creemos que la fuerza de la Vida/Muerte/Vida no tiene ningún espacio más allá de la muerte, no es de extrañar que algunas personas teman concertar compromisos. Les aterra la simple posibilidad de soportar un final. No pueden soportar la idea de pasar de la galería a las habitaciones interiores. Tienen miedo, pues intuyen que en el cuarto del desayuno de la casa del amor está sentada la Dama de la Muerte, golpeando el suelo con el pie, doblando y volviendo a doblar los guantes. Tiene delante una lista de trabajo, a un lado lo que está vivo y al otro lo que se está muriendo. Y está firmemente decidida a realizar su tarea. Está firmemente decidida a mantener el equilibrio.
Nos han enseñado que la muerte siempre va seguida de más muerte. Pero no es así, la muerte siempre está incubando nueva vida aunque nuestra existencia haya quedado reducida a los huesos.
(...) Las fuerzas de la Vida/Muerte/Vida forman parte de nuestra propia naturaleza, forman parte de una autoridad interior que conoce los pasos de la Danza de la Vida y la Muerte. Está integrada por los aspectos de nuestra personalidad que saben cuándo algo puede, debe y tiene que nacer y cuándo tiene que morir. Es una maestra muy sabia siempre y cuando nosotros sepamos aprender su ritmo.
Mujeres que corren con los lobos.
Clarissa Pinkola Estés