martes, 18 de diciembre de 2012

El arquetipo de la Mujer Salvaje


El arquetipo de la Mujer Salvaje reside en las entrañas, no en la cabeza. Ella puede rastrear y correr y convocar y repeler. Puede percibir, enmascarar y amar profundamente. Es intuitiva, típica y normativa. Es absolutamente esencial para la salud mental y la salud del alma de las mujeres.

Ella es el alma femenina. Sin embargo es más que eso: es la fuente de lo femenino. Es todo lo que pertenece al instinto, a los mundos tanto visibles como ocultos —ella es la base.

Ella es intuición, es capaz de ver claramente a distancia, es capaz de escuchar a profundidad, es de corazón leal. Alienta a los humanos a permanecer plurilingües, hábiles en los lenguajes de los sueños, la pasión y la poesía.

Ella es la voz que dice: "Por aquí, por aquí."

Ella es quien levanta estruendos contra la injusticia. Ella es por quien abandonamos el hogar para buscarla. Ella es a quien regresamos a casa. Ella es lo que nos mantiene en marcha cuando pensamos que ya estamos vencidas.

Unirse a la naturaleza instintiva no significa desatarse, cambiar todo de derecha a izquierda, de negro a blanco, moverse de este a oeste, actuar como loco o fuera de control. No significa perder las socializaciones primarias propias o volverse menos humano. Significa todo lo contrario. La naturaleza salvaje contiene una vasta integridad en sí misma.

Significa establecer territorio, encontrar la propia manada, estar en el propio cuerpo con certeza y orgullo, independientemente de los dones y las limitaciones del cuerpo, hablar y actuar a favor de uno mismo, estar consciente, alerta, recurrir a los poderes femeninos innatos de intuición y percepción, reconocer los propios ciclos, encontrar a lo que uno pertenece, erguirse con dignidad, retener tanta consciencia como se pueda.

(del libro "Mujeres que corren con lobos"Clarissa Pinkola Estés)

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